Unos emprendedores granadinos inventan la máquina expendedora de cañas de cerveza El 'autobarman' está pensado para festivales, hoteles y convenciones

Una idea que parece raro que no se la haya ocurrido a nadie antes. De hecho, cuando los promotores de la misma la explican, dicen que se pasaron documentándose muchos meses para asegurarse de que de verdad no estaba, por lo menos, registrada. Pero ahora tres socios granadinos -el publicista Alfonso Vázquez y los arquitectos, padre e hijo, Francisco e Ignacio Morales- tienen patentada la primera máquina expendedora de cerveza del mundo.

Todo empezó hace cuatro años, cuando Alfonso acudió a un festival de música y acabó harto de que le sirviesen cervezas calientes tras hacer un cuarto de hora de cola. «Pensé que tenía que haber un sistema más sencillo que ahorrase tanta espera. Porque además, una vez lo analizabas, te dabas cuenta de que le conviene al empresario, porque sirve más cervezas en menos tiempo con menos colas, pero no elimina puestos de trabajo, porque seguirán allí para servir otras cosas, sobre todo copas que es lo que de verdad deja dinero. Incluso creas otro, porque habrá alguien que esté pendiente de cambiar los barriles cuando se acaben».

El funcionamiento del ‘Autobarman’ es sencillo: dos o cuatro barriles –hay dos modelos– conservados fríos con su serpentín para mantenerlas frías. Se enchufan a la corriente, el sistema va pasando de uno a otro para servir y cuando se acaban hay que sustituirlos. «Pero cuidado, que nos ha llevado años. Los fabricamos en Azcoyen, en Peralta, Navarra, donde nos han dado muchas claves, como las formas de pago. Lo más difícil ha sido el tema de la presión y la espuma. Eso un camarero lo aprende por la práctica o lo hace instintivamente, pero que la máquina lo haga bien ha costado mucho trabajo».

Ahora mismo el ‘Autobarman’ ha pasado el verano a prueba en un Placcton, un local de ‘coworking’ del centro de Granada donde trabaja la mujer de Alfonso. Un modelo de cada, con los visitantes y trabajadores descubriendo alucinados que pasaban de ‘Camera Café’ a ‘Camera Caña’. «Porque esto es para interior, ojo», aclara Alfonso. «Tiene las mismas restricciones que cualquier punto de venta de alcohol y sólo sirve vasos de plástico. Ni a menores ni en la calle».

Los objetivos del ‘Autobarman’ no incluyen a los bares ni similares. «Esto no sustituye a la barra de un bar. Yo insisto en que no va a afectar a puestos de trabajo. Lo estamos vendiendo a ferias de muestras, donde ves que hay sólo una barra y que sirve carísimo porque ponerla cuesta 5000 euros, y apenas nadie consume; o a los estadios de fútbol, que no puede haber cristal. Etc. Además, expide cerveza, pero puede ser con alcohol o sin, ¿eh?».

El tema de los menores lo han tratado también por el tipo de lugares a los que creen que está destinado el invento: «son recintos cerrados donde la gente pasa con entrada. Así que el filtro se hace en la puerta: fichas, tarjetas prepago, etc. Un menor no podrá adquirirla igual que no le vas a vender una litrona».

Alfonso lo resume en «cuatro años de prueba y error, todo financiándolo nosotros. Una ingeniera de Sevilla nos ayuda con muchos aspectos, entre otros la patente. Ahora el tema es la parte comercial, donde buscamos inversores, capital privada que nos ayude. Las marcas de cerveza han pasado un poco de nosotros porque ellos lo que hacen es cerveza, les da igual cómo la sirva. Pero bueno, esto está aquí, somos españoles, estamos innovando en tiempos de crisis. A alguien le interesará».

Fuente: El Mundo (02/09/2013)