El llamado tax equity, que podría traducirse como mecenazgo fiscal o inversión fiscal compartida, se ha convertido en una herramienta financiera interesante para pequeños negocios que deseen poner en marcha proyectos innovadores y sostenibles. Aunque este término puede sonar complejo, esencialmente permite a pequeños negocios acceder a financiación a través de inversores que buscan aprovechar los créditos fiscales que genera cada operación.
Algo que es especialmente relevante en sectores como las energías renovables, la construcción sostenible, o las infraestructuras tecnológicas. Pero que, llevado a la práctica, puede ayudar a un restaurante a colocar placas solares, a una estación de servicio a instalar puntos de recarga para coches eléctricos o a una pequeña explotación agrícola a comprar sistemas de riego eficientes o tractores eléctricos.
El inversor financia el proyecto y obtiene los beneficios fiscales; el pequeño negocio evita endeudarse
La forma en que se organiza este tipo de inversión suele realizarse mediante una agrupación de interés económico (AIE). Este tipo de estructura legal permite que varias entidades, como el pequeño negocio y los inversores, se unan temporalmente para ejecutar el proyecto. Esto beneficia a ambas partes: el inversor obtiene los créditos fiscales, mientras que el pequeño negocio recibe financiación para su proyecto.
Por ejemplo, en un proyecto de energía solar, el pequeño negocio puede no tener suficientes ingresos para aprovechar plenamente los créditos fiscales disponibles por energías renovables. Es ahí donde entra el inversor de mecenazgo fiscal. “A través de esa AIE, los inversores financian el proyecto y obtienen los beneficios fiscales. Un acuerdo puede durar entre 5 y 7 años, tras los cuales el pequeño negocio tiene la opción de recomprar la participación del inversor al precio que se acordó al inicio y que no supera nunca la inversión que era preciso efectuar”.
Otro ejemplo es la instalación de puntos de recarga para vehículos eléctricos en una gasolinera o estación de servicio. El coste de instalar dos puntos de recarga puede ascender a unos 50.000 euros. Mediante el mecenazgo fiscal, el inversor podría obtener un crédito fiscal de 15.000 euros (30% del coste total), mientras que la gasolinera aumenta el tráfico de clientes y, por tanto, sus ingresos, sin necesidad de haber tenido que desembolsar cantidad alguna, hasta llegado el momento de liquidar la AIE.
Esta fórmula permite al pequeño negocio acceder a financiación sin recurrir a deuda tradicional
El principal beneficio de la inversión fiscal compartida es que permite acceder a financiación sin recurrir a deuda tradicional, lo cual es crucial para pequeños negocios, que pueden no tener un historial crediticio sólido. En lugar de pedir un préstamo, la microempresa ofrece los créditos fiscales generados por su proyecto, permitiendo que el inversor se beneficie de ellos. A cambio, el negocio recibe el capital necesario para llevar a cabo su iniciativa.
Una asesoría especializada se encarga de la complejidad legal que conlleva el mecenazgo fiscal
Sin embargo, el mecenazgo fiscal conlleva cierta complejidad legal y fiscal. La que implica estructurar estos acuerdos. De modo que es necesario actuar de la mano de una asesoría adecuada para estructurar una AIE, que cumpla con la normativa y maximice los beneficios fiscales. Además, algunos pequeños negocios pueden tener dificultades para encontrar inversores dispuestos a participar en sus proyectos, algo que este tipo de expertos soluciona de raíz.
Otra posible traba es que, aunque el inversor obtiene los beneficios fiscales, el pequeño negocio debe garantizar que su proyecto sea atractivo. Esto significa que deben demostrar que su proyecto generará suficientes créditos fiscales para atraer a los inversores. “Los pequeños negocios deben estar preparados para presentar su proyecto de manera que sea financieramente atractivo para los inversores”, añadieron los expertos
Para superar estos obstáculos, es interesante buscar una asesoría de expertos en inversión fiscal compartida que puedan ayudarles a preparar su proyecto y encontrar inversores interesados. También es importante que los negocios consideren la opción de recompra que se incluye en estos acuerdos, para asegurarse de que puedan retomar el control total del proyecto una vez que el inversor haya obtenido sus beneficios fiscales.
En todo caso, esta herramienta financiera no es sólo un recurso para obtener retorno financiero a corto plazo, sino también una forma de poder alinearse con los objetivos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) para cualquier negocio, por pequeño que sea; algo cada vez más relevante. Algo a tener en cuenta, en un entorno global donde la sostenibilidad y el impacto positivo juegan un papel importante en la reputación y el éxito de los negocios.